CONSEJOS DE DIOS PARA EL AMOR Y MATRIMONIO
Mira a tu alrededor: las mejores ideas proceden de Dios, quien dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18b)
¡Con la ayuda de Dios, la vida matrimonial puede ser una maravilla!
¡Lee y aprende!
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Amor, ¿qué significa en realidad?
"EL AMOR NUNCA DEJA DE SER." (1 Corintios 13:8)
La palabra amor viene de dos palabras griegas: fileo y ágape. Una es de origen humano y la otra divino.
(1) Fileo requiere que dos personas se aprecien mutuamente; ágape puede provenir de sólo una de
las dos;
(2) Fileo es condicional. Si no se cumplen sus condiciones, se acaba. Ágape viene sin condiciones impuestas;
(3) Las relaciones fileo pueden terminar según las circunstancias. Ágape existe, sin
más;
(4) Fileo demanda algún tipo de recompensa emocional. Ágape florece pase lo que pase; cualquier recompensa sólo lo hace resaltar.
Cuando Jesús dijo: "Como Yo os he amado, que también os améis
unos a otros" (Juan 13:34b), estaba usando la palabra ágape, no
fileo. ¿Por qué? Porque sabe que podemos elegir amarnos los unos a
los otros siempre, independientemente de lo que pase o deje de pasar.
En su libro "Love Is So Much More, Lord" (El amor es mucho más,
Señor), Ruth Calkin escribe: "El matrimonio significa: aguantar
puntos débiles de la personalidad, aceptar crítica y darse el uno al
otro la libertad de equivocarse. Significa compartir sentimientos
profundos acerca de temor y rechazo, convertir la autocompasión en
risa y dar un paseo para recobrar el control.
El matrimonio significa: ternura y alegría, dureza y
fortaleza, justicia y perdón y una cantidad colosal de sacrificio. El
matrimonio significa: aprender cuándo no decir nada, cuándo seguir
hablando, cuándo empujar un poco, y cuándo retirarse. Significa
reconocer el que "yo no puedo ser Dios para ti; yo también Lo
necesito". El matrimonio significa: tú eres mi otra parte y yo soy tu
otra parte. Haremos un esfuerzo para salir de esto sin pensar nunca
en dejarnos. ¡El matrimonio, mi amor, significa nosotros!"
Amar cuando menos lo sientes y ellos menos lo merecen es cuando amas
como Dios. De hecho, esa clase de amor puede transformar a otros del
mismo modo que el amor de Cristo nos transforma a nosotros (Ver
Efesios 5:25-27: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha."
¿Qué tiene que ver el amor con ello? ¡Todo! "El amor es
sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se
goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta" (1 Corintios 13:4-7).
Basado en lo que has leído ahora mismo, evalúa la calidad de
tu amor. (1) ¿Sufres pacientemente cuando otros se ponen
insoportables? (2) ¿Eres amable, incluso cuando ellos no lo son? (3)
Rehusas envidiarles a ellos o a cualquier cosa de su vida? (4) ¿Te
esfuerzas a reconocer sus méritos? (5) ¿Evitas tratarlos con rudeza?
(6) ¿Cedes en tus derechos? (7) ¿Te dominas y evitas amenazas o ira
incontrolada? (8) ¿No te alegras cuando les sucede algo malo? (9)
¿Les dices la verdad, incluso cuando es difícil? (10) ¿Te comportas
"con gracia y humor" ante cualquier imprevisto? (11) ¿Crees en ellos
aun cuando ellos no creen en sí mismos? (12) ¿Los amas, a pesar de
todo? Bueno, ¿qué tal?
Matrimonio de pacto
"ASÍ QUE NO SON YA MÁS DOS, SINO UNA SOLA CARNE." (Mateo 19:6)
Cinco palabras lo decían todo. Estaban escritas en letras grandes en
el escaparate de una joyería de Hollywood: "Se alquilan anillos de
boda." Dios ve el matrimonio de otra manera; Él es un Dios de pactos,
la Biblia es un libro de pactos, somos un pueblo de pactos y el
matrimonio fue creado para ser una relación de pacto. Es un acuerdo
para toda la vida entre dos personas en el que el "yo" se convierte
en "nosotros". Requiere sacrificio, el morir a uno mismo para que el
matrimonio viva. Pretende rendirse totalmente - es la fusión de una
vida en otra.
El matrimonio no es más que dos personas imperfectas que se edifican
continuamente, dándose totalmente, en equipo con un Dios perfecto.
Escucha: "Así que no son ya más dos, sino una sola carne" (Mateo
19:6). La interpretación griega de la palabra "unidos" es: "pegados
el uno al otro". Si tu matrimonio es un matrimonio de pacto, ¡no se
despegará cuando lleguen las presiones!"
El matrimonio no consiste tanto en encontrar a la persona ideal, sino
en llegar a ser la persona ideal. Si no seguís creciendo juntos,
creceréis por separado; es inevitable.
El matrimonio es un pacto, no un contrato. ¡Hay una gran
diferencia! Contratos no soportarán el dolor, los escollos y las
presiones. Sólo se centran en: "¿Qué puedo sacar de esto?" Los
tribunales hacen respetar los contratos, pero los pactos se ponen en
vigor por el carácter. Uno requiere dar tu nombre, el otro dar tu
vida.
Mira a tu alrededor: las mejores ideas proceden de Dios,
quien dijo: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18b).
Entonces creó a Eva. Fíjate que Eva no fue hecha de la cabeza de
Adán, para que no estuviera por encima de él, ni de sus pies, para
que no fuera pisoteada por él, sino de su costado, para ser igual a
él, por debajo de su brazo, para ser protegida por él; y de cerca de
su corazón para ser amada por él.
¿Qué hace que el amor se enfríe? Chuck Swindoll escribe: "No
es un hecho ni una palabra, sino una serie de pequeñas diferencias
sin resolver que hace que la televisión se convierta en la solución a
los problemas de un día duro y que nos deja callados cuando
deberíamos decir: 'Gracias' o: 'Perdona' o: 'Estás muy guapa/o hoy.'
Ya no decimos: 'Te quiero', porque esas palabras no tienen el
significado que tuvieron un día. Es muy doloroso recordar que esos
sentimientos que nos dijimos que nunca pasarían, se han quedado, a
fuerza de lágrimas, anquilosados en el pasado." ¡Haz algo hoy para
fortalecer tu matrimonio!
Las causas principales del divorcio son:
- (a) Egoísmo;
- (b) Expectativas irreales.
John Powell escribe: "El divorcio es el resultado de expectativas románticas. Julio piensa que casarse con Luisa va a ser la felicidad absoluta. Pero después de que las campanas de la boda quedan en un eco, la verdad se hace patente: cambios bruscos de humor, subida de peso, cenas quemadas, rulos en el
pelo, y él se pregunta cómo se pudo meter en éstas. Piensa en lo secreto que ella lo engañó.
Antes de la boda, Luisa pensaba que casarse con Julio sería lo
más maravilloso. Ahora se encuentra con la ceniza de los cigarrillos,
la adicción a los deportes, su insensibilidad dolorosa. Luisa llora a
menudo y busca en las Páginas Amarillas la sección de Consejería
Matrimonial. Las expectativas irrealistas son como un desfile en el que
siempre llueve. Lo siento, pero "el príncipe azul" y "la media
naranja" no existen."
Consejos para el matrimonio
Manteniendo las “líneas” abiertas
“EL AMOR... TODO LO ESPERA...” (1 Corintios 13:4,7b)
Cualquier buen consejero te diría que el matrimonio es un proceso de ajuste a cosas que son imposibles prever. Y una buena comunicación es crucial. Es muy importante:
(1) Hablarte a ti mismo antes de hablar con tu cónyuge. Antes de sacar el “lanzallamas”, pregúntate a ti mismo si el miedo, el estrés o la preocupación es el causante de la reacción de tu pareja. ¿De veras ha tratado de herirte deliberadamente? ¿Te molesta más que antes porque te sientes inseguro/a o despreciado/a? ¿No podría ser que estés malinterpretando o exagerando el problema? Si identificas tus sentimientos, eso te ayudará a comunicarte con más calma y con más claridad;
(2) Reajusta tus expectativas. Tenemos el derecho a esperar que nuestro/a esposo/a nos ame, nos respete y nos sea fiel. Pero algunas otras expectativas son irreales, por ejemplo: esperar que él/ella haga ciertas cosas que tú nunca hiciste. Pablo dijo: “el amor... todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b);
(3) Sé honesto referente a cuestiones de confianza. Es mejor ser sincero que dejar que las cosas se acumulen. No es malo admitir que algunos días estás más apurado/a que otros. Por ejemplo, el Dr. Gary Oliver dijo: “Si una mujer está preocupada cada vez que su marido llega tarde a casa por temer que haya tenido una aventura amorosa, está bien decir: ‘Sé que es absurdo, pero es que estoy pasando un mal día’”. Esta clase de honestidad fortalecerá vuestra relación.
Chuck Swindoll escribió: “Aunque estés realmente comprometido con tu cónyuge, habrá momentos de tensión, lágrimas, miedos, peleas, desacuerdos e impaciencia, pero la buena noticia es: con Cristo viviendo en ti y la Biblia como tu consejera, ningún conflicto quedará sin tener solución”. Los matrimonios enfrentan desafíos únicos que a veces implican revisar lo que no funciona para poder descubrir lo que sí funciona. Aquí tienes tres consejos para la construcción de un buen matrimonio:
(1) Nunca recurras a las amenazas. La palabra ‘divorcio’ puede surgir inesperadamente; no la uses. De hecho, ¡ni la pienses! Las amenazas sólo consiguen que tu pareja se sienta insegura y se ponga a la defensiva. Como resultado, no te puede prestar atención y, al final, no se resuelve nada. Jesús dijo: “...de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta...” (Mateo 12:36). Así que antes de que “te vayas de la lengua”, considera las consecuencias. Tómate un tiempo para calmarte y para pensar con cordura;
(2) Abandona la carga de contactos anteriores. Pablo dijo: “El amor... todo lo cree, todo lo espera...” (1 Corintios 13:4,7b). No está bien “poner a prueba” a tu esposo/a una y otra vez; deja los “muertos enterrados”. No asumas que los problemas que tenías en otras relaciones van a repetirse, porque no lo harán si eres comunicativo y estás madurando;
(3) Usa tus palabras de manera suave y dulce, porque quizás tengas que “comértelas”. Cada vez que pienses algo agradable de tu cónyuge, díselo. Y si es recíproco, acéptalo con agrado. Recuerda, las palabras mordaces ocasionan heridas que ni el mejor médico del mundo puede curar, pero la “...respuesta suave aplaca la ira...” (Proverbios 15:1).
Cultiva tu relación
"NO IMPORTA LO QUE DIGOŠ NI LO QUE HAGO, SIN AMOR NADA SOY" (1 Corintios 13:1,2)
Para cuando José y Paquita celebraron su 50 aniversario de bodas,
José se había quedado medio sordo. Cuando se fueron los invitados,
Paquita lo miró y le dijo: "Estoy tan orgullosa de ti, José."
Confundido y triste, éste le devolvió la mirado y le dijo: "Pues
bien, Paquita, ¡yo también estoy cansado de ti!"
Si no queréis cansaros el uno del otro, haced estas cuatro cosas constantemente:
(1) Sé responsable de tu propia felicidad. Echar la culpa a los demás hace que nunca te enfrentes a ti mismo ni cambies tu comportamiento. ¡Eso es pasar la pelota! Las relaciones no son basureros. La felicidad es una tarea interna; proviene de una autoestima sana y de una creciente relación con Dios.
(2) Sé un amigo. ¿Te has dado cuenta alguna vez lo fácil que te es aceptar a tus amigos tal y como son pero lo difícil que te resulta hacer lo mismo con tus seres queridos? Ten cuidado; la familiaridad produce desconsideración. ¿Acaso ellos no se merecen el mismo respeto... lealtad... tolerancia... y reconocimiento?
(3) Comparte tus sueños. Al hacer esto, tu relación se verá enriquecida y crecerá a cotas más altas.
Siempre vais a necesitar tener planes y algo por lo que luchar juntos. ¿Cuál es vuestra próxima meta?
(4) Ten valor. El doctor Theodore Rubin dice: "El problema no es que haya problemas, sino el
esperar lo contrario; ¡el pensar que tener problemas es el problema! Las situaciones perfectas no existen. Necesitáis valor para enfrentar lo que venga, ¡y daros cuenta que lo que no podéis resolver, lo podréis sobrellevar!
Aparte de tu relación con Dios, no hay mayor gozo que tener una buena relación con la persona a quien amas, ¡así que cultiva tu relación hoy!
Preguntas y respuestas sobre el matrimonio
"PARA QUE SATANÁS NO GANE VENTAJA ALGUNA SOBRE NOSOTROS; PUES NO IGNORAMOS SUS MAQUINACIONES" (2 Corintios 2:11)
Miremos a unos cuantos asuntos que tienen que
ver con el matrimonio, porque la verdad es que pasamos más tiempo en
casa con nuestro cónyuge que en la iglesia. Para vivir en armonía con
Dios y tu esposo/a has de entender claramente dos cosas:
Primero: El matrimonio es instituido y apoyado por Dios. Él dijo: "No
es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). Bromeando, alguien comentó: "En el día de la boda,
todas las parejas son felices; ¡es el vivir juntos lo que causa todos
los problemas después!" Una mujer le dijo a su consejero: "Nos
divorciamos por razones religiosas. Mi marido dice que es Dios, ¡y yo
digo que no!".
Puedes reírte, pero cuando te casas con alguien, lo haces incluyendo
todas sus experiencias. Cada uno trae sus "maletas" llenas de ellas. A
menos que soluciones qué guardar y qué tirar, pronto se podría crear un
gran problema.
Segundo: El diablo ha convertido al matrimonio en uno de sus primeros
objetivos. Le encanta promover división y contienda entre las parejas.
La Palabra de Dios dice: "para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones" (2 Corintios 2:11). El
plan de Dios para tu relación es fortaleza y armonía, no disensión y
confusión. Quiere ayudarte a construir una unión firme y amorosa que le
glorifique. Para llevarlo a cabo con éxito, ¡tenéis que decidiros que
Él sea Señor en cada área de vuestra relación!
"SI OYEREIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES" (Hebreos
4:7b)
Pregunta 1: Mi cónyuge se empeña en resucitar mi pasado; ¿qué puedo
hacer?
La Biblia dice: "De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13b). Cuando has sido herido, es fácil
reaccionar en la carne en vez de responder en el Espíritu.
Recuerda, perdonar es una decisión, pero tener confianza cuando ha sido
destruida es un proceso; lleva tiempo reconstruirla. Cuando estás
sentado en una silla y se rompe, no te enfadas con ella ni le guardas
rencor, sólo que a la hora de sentarte en ella otra vez, lo harás con
más precaución.
A menudo, los hombres y las mujeres perciben la confianza de modo
distinto. Cuando una mujer ha sido herida, su marido puede pensar que
una disculpa debería ser suficiente como para que, inmediatamente, ella
confíe en él de nuevo y que siga adelante. Pues, no es así. Dos cosas
tienen que ocurrir primero: (1) ¡Caballero, usted debe reconocer lo que
ha hecho! No le digas a tu esposa: "Olvídalo, ¡y ya está!". Valora sus
sentimientos, aun cuando ella actuara como si no lo quisiera. Reconoce
su dolor. ¿Por qué? Porque cuando otros quitan importancia a algo que a
nosotras nos duele, eso hace que nos enfadamos más. Sólo cuando nos
sentimos comprendidas es cuando nuestras heridas empiezan a sanar; (2)
¡Señora, usted debe asegurarse de que la amargura no entre sin ser
apercibida! ¿Que cómo hacerlo? Pues, rehusando estar "destrozada" más
tiempo del necesario, y permitiendo que Dios cure tu corazón,
restaurando tu amor.
Recordad: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebr. 4:7b). Cuando Dios te da la gracia para que el dolor desaparezca, ¡recíbela!
".DAVID SE LEVANTÓ., SE LAVÓ., CAMBIÓ SUS ROPAS., Y COMIÓ. Y LE DIJERON SUS SIERVOS: ¿QUÉ ES ESTO LO QUE HAS HECHO?" (2 Samuel 12:20,21)
Pregunta 2: ¿Cómo puede ser que frente a una pérdida mortal, los hombres
reaccionan - aparentemente - de una manera tan distinta a como lo hacen
las mujeres?
Después de la muerte del niño que tuvo con Betsabé, David
"se levantó..., se lavó..., cambió sus ropas., y comió. Y le dijeron
sus siervos: ¿Qué es esto lo que has hecho? Por el niño, viviendo aún,
ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan" (2
Samuel 12:20,21). ¿Por qué, antes de que muriera el bebé, se lamentó
David de una manera más intensa que después? Pues porque aunque los
hombres se aflijan mucho, no lo suelen hacer tanto tiempo como las
mujeres; una vez que algo ha terminado, tienden a recuperarse más
deprisa. Esto puede causar problemas en un matrimonio. Muchas veces,
los hombres no entienden realmente por qué sus esposas no pueden
aceptar que lo que pasó, ya pasó, y que hay que seguir adelante.
Escucha la lógica de David: "Viviendo aún el niño, yo ayunaba y
lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá
el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo
hacerle volver? ...él no volverá a mí" (2 Samuel 12:22,23). La Biblia
dice que Dios ".nos consuela., para que podamos también nosotros
consolar a los que están en cualquier tribulación" (2 Corintios 1:4).
El paso siguiente de David fue crucial. Él ".consoló. a Betsabé" (2
Samuel 12:24). Observa que él no preguntó: "¿Qué te pasa? ¿Cuándo te
vas a reponer de esto?" No, reconoció que, incluso cuando él estaba
empezando a recuperarse, su esposa todavía estaba sufriendo. La
realidad es que el proceso de sanidad va más deprisa cuando empiezas a
identificarte y a consolar a tu compañero/a.
"HE APRENDIDO A CONTENTARME, CUALQUIERA QUE SEA MI SITUACIÓN" (Filipenses 4:11b)
Pregunta 3: Mi esposo es un buen trabajador, pero acaba de perder el
empleo. ¿Cuál es la mejor manera de pasar por esta situación de
incertidumbre económica?
Primero: Recuerda que sólo se trata de un tiempo pasajero. Lo
importante ahora es cuidar tu actitud mientras esperas que las cosas
cambien. A menos que él fuera perezoso o un despreocupado total, tu
marido ya se siente mal o inferior porque no puede proveer para su
familia. Ya sabe que los niños necesitan zapatos, que las facturas se
están acumulando, y que estás cansada de comer hamburguesas y
espaguetis. ¡No sigas recordándoselo!
Segundo: Ahora es el tiempo de apoyarle y de fortalecer su ego, no de
debilitarlo. "¿Cómo?", preguntarás. Examinándote a ti misma: ¿Me estoy
quejando siempre? ¿Lo machaco recordándole las cosas que no tenemos?
¿Deseo cosas que están ahora mismo más allá de nuestro alcance? ¿Pongo
"mi granito de arena" para reducir gastos y hacer que de alguna manera
nos llegue el dinero? ¿O estoy malgastándolo en cosas que no son
esenciales, comprando cada día en el centro comercial, y queriendo
salir a cenar cada noche?".
Tercero: Ahora no es el mejor momento de recordar a tu marido que tu
hermano compró un coche nuevo ¡o que vuestro amigo acaba de adquirir
una casa grande! Ahora hay que practicar lo que Pablo decía: "he
aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (Filipenses
4:11b).
No lo olvides: este mal momento pasará también, pero cómo lo
lleváis decidirá si vuestra relación sale del bache más débil o más
fuerte.
"SI DOS DE VOSOTROS SE PUSIEREN DE ACUERDO. ACERCA DE CUALQUIER COSA QUE PIDIEREN, LES SERÁ HECHO." (Mateo 18:19)
Pregunta: ¡Socorro! Mi esposa es una terrible ama de casa. ¿Qué puedo
hacer?
Respuesta: Aunque el cuidado del hogar ha sido históricamente
una tarea de la mujer, los papeles han cambiado. Las necesidades
económicas pueden determinar ahora que ambos trabajen fuera. En muchos
momentos el marido ayuda a llevar la casa. Eso no es ni bueno ni malo;
lo importante es que os aseguráis de que ambos estéis de acuerdo en
vuestras expectativas. ¡Las complicaciones surgen cuando tú esperas una
cosa y tu esposa otra! Aquí tienes unas cuantas sugerencias para
ayudarnos: (1) No tratéis de solucionar los problemas cuando estéis
enfadados; esperad hasta que estéis calmados. Escuchas: ".todo hombre
[o mujer] sea pronto para oír, tardo para hablar...; .la ira... no obra
la justicia de Dios" (Santiago 1:19,20). Cuando las emociones se
desbocan, en vez de solucionar las cosas, ¡acaban poniéndose peor! (2)
Buscad un punto medio. Reconoce que lo que es importante para ti, puede
que no lo sea para tu cónyuge. Quizás tampoco lo fue para ti antes. Por
tanto, deja que pase el tiempo. (3) Aprended a "negociar", o os
frustraréis siempre. Buscad soluciones en las que ambas partes salgan
ganando. Eso puede significar lavar los platos o ayudar a acostar a los
niños para que después podáis pasar más tiempo juntos. Eso implica que
ambos debéis poner algo de vuestra parte. (4) Orad juntos, y el uno por
el otro. Es la cosa más importante que podéis hacer, porque Jesús dice
que: "si dos de vosotros se pusieren de acuerdo. acerca de cualquiera
cosa que pidieren, les será hecho." (Mateo 18:19).
"CONFUNDAMOS SU LENGUA, PARA QUE NINGUNO ENTIENDA EL HABLA DE SU COMPAÑERO" (Génesis 11:7)
Pregunta: ¿Por qué los hombres y las mujeres hablan un lenguaje
diferente?
Porque el matrimonio es bilingüe, ¡y sin intérprete! Los
hombres tienden a menudo a expresarse de modo físico, mientras que las
mujeres lo hacen hablando. A veces la memoria que tiene la esposa para
recordar los detalles puede hacer que el marido se pregunte si está
perdiendo sus facultades mentales.
Cuando no os comprendéis, es posible que os dé la sensación que estáis
viviendo en la Torre de Babel. Entonces fue cuando: (a) Las familias se
dividieron porque no podían entenderse; (b) Todo progreso se detuvo y
reinó la confusión. Antes de que eso os suceda, considerad estos
consejos para comunicaros mejor: (1) Empieza por pedir a tu cónyuge
que comparta contigo por qué hace lo que hace, y dice lo que dice.
Observa la manera que tiene de comunicarse contigo e intenta explicarle
cómo lo haces tú. Es posible que digas una cosa, y sea entendida de
otra manera. (2) Generalmente, los hombres no suelen enfrentarse; así
que, no arrincones a tu marido, interrogándole. Salomón dice: "Mejor es
estar en un rincón del terrado, que con mujer rencillosa en casa
espaciosa" (Proverbios 25:24). ¡Te sorprenderías saber cuántos
"machos", siendo hombres macizos, son acobardados por "frágiles"
mujeres que sólo pesan unos 50 kilos! (3) La Biblia dice: "Dios. llama
las cosas que no son, como si fuesen" (Romanos 4:17b). El amor que
planeas mostrar a tu cónyuge para cuando haya cambiado, muéstraselo
ahora, y observa cómo tu sueño se hace realidad. Recuerda que Dios
puede transformar tu "Torre de Babel" en un hogar lleno de amor y muy
unido. Pídaselo al Señor, ¡y Él te ayudará a que sea una realidad!
"CADA UNO EN EL ESTADO EN QUE FUE LLAMADO, EN ÉL SE QUEDE. NO TE DÉ CUIDADO [NO TE PREOCUPES POR ELLO]." (1 Corintios 7:20,21)
Pregunta: Soy una persona atractiva y soltera. ¿Por qué no puedo
encontrar pareja?
Respuesta: Cuando Dios creó a Eva, la diseñó
específicamente para Adán. La Biblia dice que el Señor ".la trajo al
hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne
de mi carne" (Génesis 2: 22b,23). Cuando en su tiempo Dios te envíe a
la persona adecuada, se hará realidad una unión espiritual. Cuando
trates de ir por delante de Él, sólo acabarás con pesares y
recriminaciones.
Cuando Dios miró a través de la eternidad, te vio. ¡Sí, a ti! Te dio
ciertos rasgos y habilidades que te hacen único. Él supo exactamente a
quién necesitarías ayudar para cumplir sus propósitos y a desarrollar
los dones que te ha dado. Hasta que eso ocurra, no lo olvides, ¡Él es
tu Compañero espiritual! Te ha estado cuidando todo el tiempo:
protegiéndote, abriéndote puertas, dirigiendo tus pasos. ¿De acuerdo?
Por consiguiente, cuida cómo le tratas. Si no puedes mantener tu
compromiso con Él, es dudoso que lo puedas mantener con otra persona.
Pablo dice: "Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede.
No te dé cuidado [no te preocupes por ello]." (1 Corintios 7:20,21).
Deja de luchar contra tu soltería. Usa este tiempo para desarrollar tu
relación con el Señor.
Nunca olvides que la historia de la humanidad cambió a través de una
chica soltera llamada María. Cuando confías en el tiempo de Dios,
¡siempre te envía lo mejor en el momento adecuado!
Todos en familia
"...GUARDA... SUS MANDAMIENTOS..., PARA QUE TE VAYA BIEN A TI Y A TUS HIJOS..." (Deuteronomio 4:40)
Cada cierto tiempo todos necesitamos un susto para darnos cuenta de
que no tratamos a los miembros de nuestra familia todo lo bien que
deberíamos. John Maxwell cuenta de un hombre que conoció en una
organización cristiana y que tenía una hija en 2º de primaria. La
profesora pidió a la niña que hiciera un dibujo de su familia. Como
le encantaba dibujar, se puso manos a la obra enseguida. Por la tarde
llevó con orgullo su obra de arte a casa y se la enseñó a sus padres.
Al ver el dibujo, su padre le preguntó qué era lo que representaba.
La niña contestó: "Somos nosotros y nuestra casa. La maestra me pidió
que dibujara a nuestra familia". Él miró al cuadro con más atención y
vio que estaban todos... menos él. "Cariño", preguntó, "¿Estoy yo en
el cuadro?". "No", contestó. "¿Por qué no?", quería saber. "Porque es
un dibujo de nosotros en casa, y tú nunca estás aquí".
¡Fue como si le hubiera dejado caer el piano encima! Ella
había puesto de manifiesto la simple realidad, sin malicia ni deseo
de infligir culpabilidad. Aquel día él decidió dar un giro total a su
situación y dedicarse a su familia.
Si has estado buscando el éxito pero has descuidado a tu
familia, es la hora de recapacitar. ¡Vuelve a casa y ocúpate de las
personas más importantes que tienes! ¡Comprométete a "viajar" sólo
cuando ellos vayan contigo!
"GOZA DE LA VIDA CON LA MUJER [EL MARIDO] QUE AMAS..." (Eclesiastés 9:9)
Benjamín Franklin dijo: "Las cosas que duelen, instruyen". Para
crecer como familia, y al mismo tiempo tener tanto éxito como en
otras áreas, hemos de aprender cómo superar las dificultades del
hogar. Los matrimonios empiezan por amor, pero siguen adelante por el
compromiso.
Aquí hay unas sugerencias para resolver los problemas en
casa:
(1) Ataca al problema, ¡no a la persona! Todos estáis en el
mismo equipo, así que, no descargues tus frustraciones en tus seres
queridos.
(2) Ten en cuenta todos los aspectos. Antes de ofrecer (o
imponer) soluciones, asegúrate de que entiendes realmente el
problema. Piensa antes de hablar. Nada hace más daño que sacar
conclusiones precipitadas.
(3) Haz una lista con todas las opciones. Haciéndolo, serás
menos emocional y más objetivo. Si tuvieras un problema en el
trabajo, lo harías; entonces: ¿por qué no hacer lo mismo tratándose
de la familia?
(4) Busca el lado positivo de las cosas. Scott Peck escribe:
"Gracias a los problemas crecemos mental y espiritualmente.
Aprendemos por el dolor al enfrentarlos y resolverlos". No importa lo
mal que parezcan estar las cosas en este preciso momento, cada
situación ofrece algo positivo; búscalo, pues.
(5) No retengas jamás tu amor. Por muy mal que se pongan las
cosas, nunca retengas tu amor.
Está bien decir a tu familia como te sientes, mientras lo hagas de una manera muy amable. Al mismo tiempo, asegúrate de que saben que los amas incondicionalmente, a pesar de los problemas. ¿Por qué?
¡Porque cuando las personas se sienten amadas y apoyadas, pueden soportar cualquier crisis!
"...SED BENIGNOS UNOS CON OTROS, MISERICORDIOSOS..." (Efesios 4:32)
Una pareja normal y corriente pasa unos treinta y siete minutos a la
semana conversando sobre cosas importantes, ¡y mirando al televisor
cinco veces más al día! ¡No es de extrañar que tengamos problemas!
Como todo lo demás, la buena comunicación no llega de pronto; hay que
desarrollarla, lo cual supone tiempo y esfuerzo. ¿Quieres comunicar
mejor? Aquí viene cómo conseguirlo:
(1) Crea ambientes para la comunicación. Sea creativo. Da
paseos en familia. Llama a tu pareja durante el día. Intenta comer
fuera una vez a la semana. Lleva a los niños al entrenamiento de
fútbol y aprovecha para hablar con ellos. En cualquier lugar es
posible comunicarse.
(2) Controla los elementos que interrumpan la comunicación.
La televisión y el teléfono son los principales culpables. Limita el
tiempo que les dediques y te asombrarás de cuánto tiempo más tendréis
juntos.
(3) Estimula la sinceridad y la transparencia. Las
diferencias de opinión son saludables y nor-males en cualquier
familia. Anima a que cada miembro diga lo que piensa, y cuando lo
haga, no lo critiques ni tomes represalias.
(4) Adopta un estilo positivo de comunicación. Sé consciente
de la forma en que te relacionas con tu familia. Puede ser que, sin
darte cuenta, hayas adoptado un estilo que ahoga la comunicación; la
forma más rápida de hacer eso es: (a) tomando represalias, lo que
tiene un efecto degradante; (b) dominando, lo cual intimida; (c)
aislándote, yéndote ofendido; eso causa frustración. En lugar de
esto, coopera; eso anima. Si estás acostumbrado a comunicarte de una
forma que no sea cooperativa, empieza ya a cambiarlo. Tendrás que
hacerlo, si quieres construir una buena relación con tu familia.
Cincuenta promesas para el matrimonio
"A LOS QUE ESTÁN UNIDOS EN MATRIMONIO, MANDOŠ" (1 Corintios 7:10)
(1) Empezar el día con un beso. (2) Llevar puesto el anillo de
casados. (3) Salir juntos al menos una vez a la semana. (4) Aceptar
las diferencias entre ambos. (5) Ser educados. (6) Ser tiernos. (7)
Hacerse regalos. (8) Sonreír con frecuencia. (9) Contacto. (10)
Compartir cada cual sus sueños. (11) Elegir una canción que sea
"vuestra canción". (12) Dar masajes en la espalda. (13) Reírse
juntos. (14) Mandar una tarjeta sin un motivo especial. (15) Hacer lo
que la otra persona quiere antes de que lo pida. (16) Escuchar
atentamente. (17) Animarse mutuamente. (18) Hacerlo a su manera. (19)
Conocer sus necesidades. (20) Preparar el desayuno. (21) Hacer
cumplidos por lo menos dos veces al día. (22) Llamarse a lo largo del
día. (23) Llevar un ritmo más tranquilo. (24) Tomarse de la mano.
(25) Abrazarse. (26) Preguntar la opinión de la otra persona. (27)
Demostrar respeto. (28) Saludarse al llegar a casa. (29) Procurar
tener buen aspecto. (30) Guiñarse el ojo. (31) Celebrar los
cumpleaños a lo grande. (32) Disculparse. (33) Perdonar rápidamente.
(34) Preparar una escapada romántica. (35) Preguntar: "¿Qué puedo
hacer para hacerte más feliz?". (36) Ser positivo. (37) Ser amable.
(38) Ser vulnerable. (39) Responder rápidamente a las peticiones.
(40) Hablar de vuestro amor. (41) Recordar los mejores momentos
juntos. (42) Tratar a los amigos y familiares de cada uno con
cortesía. (43) Mandar flores en días especiales, o sin ningún motivo.
(44) Admitir las equivocaciones. (45) Ser sensibles a los deseos
sexuales de cada uno. (46) Pedir ayuda a otros cuando sea necesario.
(47) Contemplar atardeceres juntos. (48) Decir con frecuencia: "Te
quiero". (49) Terminar el día con un abrazo. (50) Orar el uno por el
otro diariamente.
Disfruta de tu matrimonio
"HONROSO SEA EN TODOS EL MATRIMONIO, Y EL LECHO SIN MANCILLA..." (Hebreos 13:4)
Durante el desayuno, una mujer le preguntó a su marido: "Si yo muero, ¿te
volverás a casar?". "Probablemente", respondió el marido. "¿Viviría ella en
nuestra casa, dormiría en nuestra cama y usaría mi equipo de golf?". "No"
respondió él, "¡ella es zurda!". El amor puede ser ciego, ¡pero el matrimonio
realmente te abre los ojos! De hecho, hay momentos en cada matrimonio en los que
tienes que "apretar los dientes", pedir paciencia, y recordar tu compromiso
delante de Dios. Sin embargo, hay muchas razones para disfrutar de tu
matrimonio. Aquí tienes cinco:
(1) "Afiliación" exclusiva. Cuando "honr(oso)as el matrimonio, y el lecho sin
mancilla..." (Hebreos 13:4), disfrutas de todos los privilegios de un "club" de
sólo dos miembros. Piensa por un momento: ¿Quién conoce tus gustos, desagrados,
alegrías y penas mejor que tu pareja? Esto es lo que os mantiene juntos.
(2) Doble enriquecimiento. Dios dijo: "Goza de la vida con la mujer [¡o el hombre!]
que amas..." (Eclesiastés 9:9). Recapacita: ¿para qué sirve el éxito si no
tienes a nadie con quien compartirlo?
(3) Fuerza en la unión. Recuerda: "A uno que prevalece contra otro, dos lo resisten..." (Eclesiastés 4:12). Dos personas
en una relación sólida: "Mejor son dos que uno..." (Eclesiastés 4:9).
(4) Alguien en quien apoyarte. La Biblia dice: "...si [alguien] cae(n), el uno
levantará a su compañero..." (Eclesiastés 4:10). En un buen matrimonio, cuando
uno de los dos está cansado por la lucha diaria, el otro puede sustituirle
temporalmente.
(5) Un objetivo más alto. El matrimonio no tiene que ver sólo con
el final de la soledad; desde la perspectiva de Dios también es ser un ejemplo
al mundo del amor que Él tiene por su pueblo. Así que, ¡disfruta de tu
matrimonio!
Publicados en "La Palabra Para Hoy", escrito por Bob y Debbie Gass, con la colaboración de Ruth Gass Halliday
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